domingo, 28 de febrero de 2010

La descortesía de una cigarra

El señor buho, como se sabe, acostumbra andar de noche y a reposar en las horas de sol. Un día, que llegó a su habitación dispuesto a dormir tranquilo, uan cigarra armó un desagradable alboroto, al lado de la rama hueca, que servía de vivienda al ave nocturna. Como es natural, el señor buho no podía conciliar el sueño. Se asomó, por lo tanto, a la puerta de su casa, y muy cortésmente, le rogó a la cigarra que se callara, o bien que fuese a cantar un poco más lejos.
! Ah con que al señor le molesta mi canto, dijo la cigarra. !Ba! !ba! agregó y empezó a gritar más fuerte.
Volvió a suplicar el buho, pero el insecto no quizo ser complaciente. Cuando el buho se convenció que sus palabras eran despreciadas, y no hallando ningún recurso para hacer callar a la alborotadora,recurrió a este engaño.
---- Pienso que sus cantos, le dijo, que son dignos del ruiseñor, no me dejan dormir, beberé un néctar delicioso que tengo aquí. Si no lo desdeñas, ven y bebamos juntos.
---- Con mucho gusto, dijo la cigarra, que ardía de sed, y halagada porque había oído alabar su voz.
Cuando el buho la tuvo cerca, la mató y antes de que expirara, le dijo:
--- Ya ves a los que me obligó la falta de tu complacencia. Ahora sufres el castigo de tu orgullo ¿Porqué me rehusaste, cuando estabas viva, lo mismo que ahora, muerta, me tienes que conceder?

LIBRO CUARTO DE LECTURA; 1972.